¿Y quién no? cuando hoy en día, tenemos tanto de qué preocuparnos: la crisis económica, la salud, la falta de seguridad, el terrorismo, el desempleo, el mundo en que estamos criando a nuestros hijos... La lista es interminable.
Hace unos días, cuando me sentía especialmente agobiada por mis problemas, abrí la Biblia y empecé a leer el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo. Este capítulo es parte del famoso Sermón de la Montaña.
Esto no fue algo planeado. Era el capítulo que me tocaba leer esa mañana. ¡Pero qué agradable sorpresa y qué alivio fue para mí leer las palabras de Jesús sobre el tema de la preocupación!
¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? (vs. 27)
No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. (vs. 34)
¡Qué razón tenía Jesús! Al leer Sus palabras me dí cuenta de que preocuparme es tan sólo una pérdida de tiempo. Es muchos mejor enfocar esa energía en lo que Dios me ha encomendado hacer el día de hoy.
Descubrí también que Jesús dedicó una gran porción de su mensaje al tema de la preocupación. Bien sabía que todos Sus seguidores necesitaríamos escuchar estas palabras.
Una y otra vez, Él enseñó a Sus discípulos que Dios conoce nuestra necesidad (vs. 8), y que como Padre amoroso Él cuida de nosotros. Sin embargo, Dios requiere ciertas cosas de nosotros:
1. Que pidamos – Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. (Mateo 7:7-8)
2. Que no nos preocupemos – No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? (vs. 25)
3. Que pongamos nuestras prioridades en orden - Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. (vs. 33)
Este último versículo me llamó mucho la atención. Al leerlo me dí cuenta de que en mi afán por “ser responsable” había descuidado mi relación con el Señor y con mi familia.
Hay quienes toman esto de "buscar el Reino de Dios primeramente" como una excusa para no trabajar duro. Por supuesto que Dios desea que yo me esfuerce, pero antes que nada, Él desea que yo aprenda a confiar y a depender de Él – pues Él cuida de mí. (1 Pedro 5:7)
Si la preocupación y la angustia te atormentan, te animo a que leas Mateo 6 y a que permitas que las palabras de Jesús consuelen tu corazón y llenen tu mente de paz. Recuerda: Dios te ama y Él cuida de ti.